Milton y Rose Friedman (1989):
“…un cambio importante en la política social y económica está precedido por un cambio en el clima de la opinión intelectual, generado, al menos en parte, por circunstancias sociales, políticas y económicas contemporáneas. Este cambio puede comenzar en un país pero, si es duradero, termina por difundirse en todo el mundo. Al principio tendrá poco efecto en la política social y económica. Después de un intervalo, a veces de décadas, una corriente intelectual “tomada en su punto culminante” se extenderá al principio gradualmente, luego con más rapidez, al público en general y a través de la presión pública sobre el gobierno afectará las medidas económicas, sociales y políticas. A medida que la corriente de acontecimientos alcanza su punto culminante, la corriente intelectual comienza a disminuir, compensada por lo que A. V. Dicey denomina las contracorrientes de opinión, que representan generalmente una reacción a las consecuencias prácticas atribuidas a la corriente intelectual anterior. Las promesas tienden a ser utópicas. Nunca se cumplen, y por lo tanto desilusionan. Los protagonistas iniciales de la corriente de pensamiento desaparecen y la calidad intelectual de sus seguidores y partidarios disminuye en forma inevitable. Hacen falta independencia y coraje intelectuales para iniciar una contracorriente que domine la opinión, y también, aunque en menor medida, para unirse a la causa. Los jóvenes emprendedores, independientes y valientes buscan nuevos territorios para conquistar y ello requiere explorar lo nuevo y lo no probado. Las contracorrientes que juntan sus fuerzas ponen en movimiento la próxima marejada, y el proceso se repite”
Tomado de: Bazar UFM
Ciertamente las ideas regulan nuestro comportamiento, sin embargo las ideas que vemos aplicarse en política no siempre son recientes, la más de las veces surgieron años o décadas antes. Es por eso que todo cambio ha de requerir un esforzado movimiento intelectual que haga mella en la opinión pública, es decir, los votantes potenciales. Es en función de las expectativas de la masa de votantes que los candidatos ofrecen sus “programas de gobierno”. O sea, la demanda crea a la oferta.
En América Latina nos lamentamos de gobernantes y candidatos populistas, como si nos fueran impuestos. Todo el mundo sabe que los funcionarios estatales se inmiscuyen legalmente en cada resquicio de la actividad económica de la población. Por tanto, es lógico y predecible que los beneficios y privilegios que algún sector de la población desee, solo los obtenga colocando a quienes así se lo ofrezcan. Esto es válido para los sindicatos, lobbies empresariales, comunidades campesinas, etc. Todo sector Read the rest of this entry »
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